Esculturas y fragmentos pétreos

El Museo di Roma conserva un repertorio de unas 1.100 esculturas de distinta tipologías realizadas entre los siglos XVI y XX.
Además de las esculturas del siglo XVI de delfines y mascarones, procedentes de la fuente de plaza del Panteón, existe un conjunto destacado formado por una serie de bustos del siglo XVII que abarca retratos de prelados y nobles romanos, realizados por Francesco Mochi, François Duquesnoy, Andrea Bolgi, Lorenzo Ottoni, Domenico Guidi, Bernardino Cametti, Pietro Bracci y Filippo Della Valle. El museo posee el busto de Carlo Barberini, realizado por Francesco Mochi, considerado una de las obras maestras de la escultura en Roma de la primera mitad del siglo XVII por el gran refinamiento de ejecución y por la penetración psicológica que lo caracteriza.
Entre las obras monumentales, el museo conserva el grupo de Francesco Mochi El Bautismo de Cristo (1633-1634/1654), realizado para la familia Falconieri y, en su origen, destinado al altar de San Giovanni dei Fiorentini, y las estatuas de san Pedro y san Pablo (1635-1638/1652), encargadas para la Basílica de San Paolo fuori le mura, rechazadas y colocadas tras la muerte del escultor al exterior de Puerta del Popolo por iniciativa de Alejandro VII. En 1980, fueron trasladadas y, tras su restauración, se colocaron los jardines de entrada al palacio Braschi, junto al Bautismo de Cristo.
Cabe destacar por su interés artístico los bocetos de barro de Gian Lorenzo Bernini, en particular el de la estatua de San Longino in San Pietro, los de Alessandro Algardi y Melchiorre Caffà, un modelo de Camillo Rusconi para la estatua de Gregorio XIII, un boceto de Filippo Della Valle para un monumento a Clemente XII y un modelo de barro para el busto de San Carlos Borromeo de Ercole Ferrata.
El museo posee un extraordinario ejemplo de la escultura monumental de principios del siglo XIX con la gipsoteca del escultor Pietro Tenerani (1798-1869) donada en 1940. Esta colección de bocetos y modelos de yeso de bustos, relieves, estatuas completas y grupos monumentales ilustra la práctica totalidad de la producción del escultor, alumno de Berthel Thorvaldsen, testigos del clima de renovación figurativa de los primeros decenios del siglo, basada en la recuperación de la simplicidad formal y de los valores éticos de la pintura de los primitivos y de Rafael, plasmada en el programa teórico del Manifiesto del Purismo de 1842.
Junto a los frescos recuperados, llegaron al museo fragmentos pétreos recuperados de los edificios romanos demolidos. Se trata de unos 1.400 fragmentos en los que hay un conjunto de plúteos, jambas, colañas, alféizares, capiteles de edificios de la alta Edad Media... y otro grupo con lápidas, blasones, inscripciones tumbales, fragmentos de esculturas y ornamentaciones arquitectónicas del siglo XIV al XVIII.